Serie: ¿Las mujeres callen en la iglesia? (Parte 3) – 1 Timoteo 2:11-15

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Queridos, antes de mi análisis del polémico texto de 1 Timoteo 2:11-15 que, por motivos de tiempo, voy a retrasar, he creído oportuno compartir con ustedes el último escrito del profesor de teología y pastor en Córdoba; Ángel Bea Espinosa, que aborda el mismo tema. Sirva como continuación a la serie: ¿Que las mujeres callen en la iglesia?; Parte 2 sobre 1 Corintios 14:34; Artículo complementario sobre Génesis 3:17. Espero que el escrito pueda seros esclarecedor.

“La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio  sobre el hombre, sino estar en silencio, Porque Adán fue formado primero, después Eva; y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada incurrió en transgresión. Pero se salvará engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y santificación con modestia” (1ªTi.2.11-15)

Estamos ante un pasaje bíblico que tal y como lo leemos, dice lo que dice y pretender otra cosa es contradecir lo expuesto por el apóstol Pablo. Pero claro, dicho así en nuestro idioma castellano. De ahí que al pobre apóstol Pablo le hayan acusado de ser un misógino de tomo y lomo, cuando en realidad, esa lectura superficial del texto bíblico, no tiene en cuenta todos los elementos que se necesitan para hacer una verdadera exégesis del mismo, ni tampoco considera otras grandes declaraciones y comportamientos de Pablo en relación con el género femenino, que para su tiempo eran del todo revolucionarias. (Ver Gálatas 3.27).

La interpretación literal de un texto bíblico sin tener en cuenta otras consideraciones, ha llevado a muchos (y seguramente a mí también en algún momento)  a hacer  interpretaciones equivocadas y, por tanto, dañinas para aquellos o aquellas a los cuales se les pretendía aplicar. No importa “la buena intención”, la “humildad” e incluso “la fe” (fidelidad) que digamos tener “en la Palabra de Dios”. Si la posición es equivocada, errada, lo demás queda invalidado. En mi humilde opinión, estamos ante un texto que por haber sido mal interpretado, ha causado mucho daño a lo largo de los siglos al 50% de la humanidad que forma parte de la Iglesia del Señor, es decir de las queridas hermanas en Cristo.

Cuando el joven hermano José Daniel Espinosa, estudiante de cuarto del Centro Superior de Teología publicó un artículo en su muro sobre este tema, algunos/as se le echaron encima con las clásicas argumentaciones sobre que “la mujer no puede hablar en la iglesia ni enseñar, porque no puede ejercer autoridad sobre el hombre, como dice la Palabra de Dios” (como si el hablar o enseñar en la iglesia, llevara implícito el ejercer alguna autoridad sobre los varones). Algunos, incluso sin educación y con lenguaje ofensivo. Otros, son más “finos” y desde luego, desde el “respeto” y con el convencimiento de que están en “la verdad” van más lejos, aduciendo “desobediencia al texto bíblico» que tan claro está o el “plegarse a la cultura del momento, para adaptar la Palabra de Dios a conveniencia o la cultura” o, “falta de respeto al texto bíblico” o, incluso, “plegarse a ciertas reivindicaciones de supuestos derechos feministas.” Otra afirmación es hacer referencia a la “crítica textual liberal” (¿?) en una especie de acusación velada, sobre aquel que hace un riguroso examen del texto bíblico y su origen. Pero es interesante que ellos hacen ese ejercicio cuando de textos como Marcos 16.14-20 se trata. Como si no supiéramos que hay algunas interpolaciones en el texto bíblico que están ahí, pero que para nada afectan a lo principal del asunto del mensaje cristiano…

De todas maneras, me da a mí que algunos no saben diferenciar lo que es la crítica textual del liberalismo teológico. Que teólogos de corte liberal usen la crítica textual para “arrimar el ascua a su sardina” en alguna ocasión, no significa que la crítica textual no sea necesaria y útil para rescatar, en la medida de lo posible, el texto original que salió de la pluma de los autores bíblicos. Es como la arqueología: una cosa es dicha ciencia y otra la interpretación que algunos arqueólogos hacen de algunos descubrimientos.

Dicho todo lo anterior, vamos al grano. Por mi parte, podría abordar sin ningún problema, la interpretación del texto expuesto en la cabecera de este escrito. Pero ¿sabéis? Yo no soy experto en nada y mi currículum académico es bastante corto. Lo reconozco. Pero creo que una vez que dispongo de la información necesaria, me asiste cierto sentido común santificado por el cual suelo llegar a conclusiones bastante acertadas, incluso antes que algunos expertos. Eso al menos puedo decir respecto de los dos autores que voy a mencionar. Ellos mismos explican el texto de referencia. A continuación podéis leer los escáner de las páginas de la Revista Aletheia, Números 37 y 38 respectivamente (1-2010/2/2010) Las páginas, están numeradas. Creo que la opinión de los autores mencionados pesará mucho más que la mía.

Los autores son respectivamente: Stuart Park, biblísta reconocido, escritor de algunos comentarios bíblicos y numerosísimos artículos en diferentes publicaciones evangélicas nacionales y fuera de nuestro país; conferenciante y Anciano del Consejo Pastoral de la Asamblea de Hermanos en Valladolid, por casi 40 años en España. El otro autor, Pablo Wickham a quien tuvimos el privilegio de conocer en sus dos visitas que nos hizo, a mediados de los años 70 del siglo pasado en compañía de su esposa, Catalina, ya con el Señor. El hermano Pablo Wickham, le escribe una carta al hermano y colega, Stuart Park, que es muy ilustrativa acerca del tema que este último trató en el número anterior.

Conviene, por tanto, leer con atención, tanto el escáner del escrito del expositor Stuart Park, y luego la carta del hermano Pablo Wickham.

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Supongo que ya lo habéis leído. ¿Y?

Vayamos por partes:

1.- Lo primero que hay que valorar, es el significado de los términos. Una cosa que llama la atención, en principio, es que el término que usa Pablo para autoridad, no es el que debiera haber usado si hubiera querido prohibir a la mujer hablar o enseñara en la iglesia. La conclusión a la cual llega el autor del artículo, así como el hermano Pablo Wickham, es que había mujeres en la iglesia que trataban de “trabajar para ejercer autoridad por su propia cuenta”. Es decir, “querer imponerse sobre el hombre”, con enseñanzas contrarias a las verdades esenciales que aparecen en Génesis 1-3. Esto nos lleva a la conclusión que lo que Pablo está haciendo es prohibir cierto “feminismo” con tintes, además, religiosos proto-gnósticos:

«Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre». Pablo emplea aquí una hendíasis, por lo que «enseñar» forma parte del hecho de «ejercer dominio sobre el hombre». El verbo «enseñar» no ofrece dudas: traduce didasko, «dar instrucción» a secas. «Ejercer dominio», en cambio, presenta mayor complicación. Vine señala tres verbos relacionados con el ejercicio de dominio o autoridad, empleados en el Nuevo Testamento. Exousiazo (de exousia, «poder», «autoridad» «libertad», «derecho») significa, «ejercer poder, sin más (p.ej. Luc.22.25; 1ªCo.6.12) (…) El verbo que Pablo emplea aquí, en cambio, es authenteo (de autos, «uno mismo», y un verbo perdido, bentes) y su sentido es bien distitno. Según Vine, signfica «trabajar para ejercer autoridad por su propia cuenta», «dominar». Se usaba anteriormente para signficar «uno que mataba a otro con su propia mano, o a sí mismo». Más tarde llegó a signficar «uno que actúa bajo su propias autoridad». El matiz es importante porque arroja luz sobre la transgresión de Eva. (Revista Aletheia, Nº 37, 1-2010. p.30)

Está claro entonces, que lo que el apóstol Pablo está prohibiendo no tiene nada que ver conque la mujer «tenga autoridad sobre el hombre», sino de un tipo de autoridad por la cual quiere «dominar» al hombre. Primer punto aclarado, que después el hermano Pablo Wickham incidirá sobre ello.

2.- Después de la consideración del pasaje aludido y teniendo en cuenta el significado de las palabras y el fondo del contexto cultural y religioso, queda meridianamente claro que la mujer no tendría que ser privada del ejercicio de su llamamiento, sus dones y ministerio al cual Dios la ha llamado. En este sentido, lo contrario sería sólo en perjuicio de su propio desarrollo como persona e hija de Dios y de la iglesia a la cual debe su servicio, después del Señor mismo. Al respecto, Stuart Park da en la diana con este magnífico párrafo:

“El veto a la participación de la mujer en los ministerios de la iglesia, en consecuencia, tiene implicaciones muy serias. Implica que la identidad del hombre y la mujer como imagen y semejanza de Dios no ha sido plenamente restablecida nunca, y que el foro donde la mujer debe sentirse segura –en el seno de la familia de la fe, en la iglesia- es el único lugar donde no debe pronunciar palabra alguna” (P.33)

Sí, realmente es una cosa seria y va más allá de una consideración de tener opiniones personales sobre un pasaje determinado.

3.- Por su parte, el hermano Pablo Wickham, le dice al director de la Revista Aletheia, Stuart Park:

Me encuentro muy identificado con tu enfoque tan completo y equilibrado, aunque hoy día yo voy un poco más allá, por varias razones que quizás algún día podríamos discutir. Sobre todo porque creo que tanto el ejemplo como la enseñanza de Jesús y su actitud realmente revolucionaria hacia las mujeres en comparación con las ideas prevalecientes en los círculos judíos contemporáneos… nos plantean un enfoque bien distinto del que prevalece en la mayoría de nuestras iglesias. (…) Aquí es necesario un estudio más profundo del contexto efesio, como también lo es en el corintio en cuanto a los caps. 11 y 14 de la primera epístola. Por otros pasajes en las epístolas dirigidas al contexto efesio (Efesios y 1Timoteo) podemos notar la propensión de ciertas mujeres a dominar y a creer y hacer dominar doctrinas erróneas, y Pablo tiene que cortar esa tendencia de raíz,  no para que se deduzca que una mujer no pueda enseñar en la iglesia o a hombres, como muchos han interpretado, sin que nadie, hombre o mujer, enseñase tales doctrinas falsas.

Al respecto del «contexto efesio» al cual hace referencia le hermano Wickham, veamos el siguiente texto, relacionado con las creencias y prácticas de ciertos movimientos gnósticos de toda esa zona de Asia Menor:

Sus doctrinas se basaban en complicadas interpretaciones alegóricas, y en sus comunidades las mujeres desempeñaban un papel muy destacado, ya que consideraban que Eva era la mediadora que había traído el verdadero conocimiento a la raza humana. […] En la zona de Asia Menor, lo femenino era considerado como la fuente de la vida. La Gran Madre recibía diferentes nombres, uno de ellos era Artemisa. Los romanos la conocían como Diana de los Efesios cuyo templo era una de las siete maravillas del mundo. A veces se la identificaba también con Eva, a quien los mitos gnósticos consideraban como la que había traído la vida y el conocimiento a Adán. Por eso el versículo 13 puede entenderse como una refutación de dicha enseñanza. Se prohíbe a las mujeres que enseñen que la actividad femenina dio la vida al hombre, porque, de acuerdo a las Escrituras Adán fue creado primero. Por otra parte, Eva no trajo el conocimiento (gnosis) sin que, siendo engañada, cayó en transgresión. Por tanto, los versículos 13 y 14 no son la razón por la cual las mujeres no pueden ejercer el liderazgo, sino que se trata más bien de la refutación de una herejía ampliamente difundida en la zona por los mitos gnósticos o protognósticos que glorificaba a Eva. Esta interpretación, por otra parte, armoniza con otros ejemplos en los que Pablo primero indica la herejía y después la refuta: 1ªCo. 15.12-57; 1ªTi. 4.3-5; 2ªTi. 2.17-19; Ro. 3.8. 31

(Piñero. Cristianismo primitivo y religiones mistéricas. 1995, p.204. -Citado por Muñiz Aguilar (2000, 115, 121))

Luego, a la hora de abordar la interpretación de los versículos 15 y 16, que siempre han presentado ciertas dificultades, añade:

“Aunque exaltaban el principio femenino como figura divina, sin embargo, tenían una visión muy negativa de la sexualidad femenina y sentían repugnancia por el proceso del nacimiento, ya que lo veían como una reproducción de la materia, que era algo negativo. Las mujeres no podían alcanzar la vida eterna si no renunciaban a su sexualidad y a tener hijos” (Ibíd., 121)

Esta explicación del contexto cultural religioso de la iglesia de Éfeso, ayudaría en la interpretación de los versículos citados que, de otra manera, presentan grandes dificultades en vista de que el apóstol Pablo, además, hace una defensa de la maternidad, que es parte de la vida de la mujer y a través de la cual también “se ocupa de su salvación” (v.15 con Fil. 2.12).

Incluso si no tuviéramos estas referencias, el mismo pasaje da la fuerte impresión de que ciertas mujeres estarían usurpando el ministerio con la idea de dominar a los hombres tal y como ya hemos visto sobre el significado del término usado por el apóstol Pablo. (1ªTi. 2.12), cosa que incluso en los varones también sería incorrecto, tal y como el Señor y los apóstoles lo enseñaron (Mr. 10.43-45; 3ª J. 9; con 1ªP. 5.1-3). A ese deseo de enseñar y dominar al varónhoy en día le llamaríamos, sin lugar a dudas, feminismo, tan reprobable como el machismo. Eso sería lo que el Apóstol trataría de corregir de una manera firme: El “no permito a la mujer enseñar ni ejercer dominio sobre el hombre”; no el enseñar meramente, sino el hacerlo además con doctrinas falsas y con la intención de “dominar”, pretendiendo estar por encima del varón.

Es interesante que los exegetas de la Biblia aprecien falsas doctrinas gnósticas -tempranas- tanto en la epístola a los Colosenses como 1ª y 2ª de Juan, aunque no se mencionen explícitamente a los herejes y sin embargo, en el pasaje que estamos considerando, al menos la gran mayoría (como apunta Wickham) no se hayan planteado la razón por la cual Pablo hace unas declaraciones tan tajantes. Sin duda, el uso de su autoridad expresada a través de las palabras “porque no permito”, debieron interpretarse a la luz de un fondo doctrinal falso sobre la antropología bíblica, una actitudincorrecta y un comportamiento en consonancia con el error. Lo mismo hace Pablo en Colosenses y el apóstol Juan en su 1ª y 2ª epístolas., en las cuales refutan el error sin mencionar a los que lo estaban propagando.

Como suponemos que se han leído las páginas adjuntas de la Revista Aletheia, sólo voy a destacar el párrafo en el que Pablo Wickham añade:

“Sobre todo porque creo que tanto el ejemplo como la enseñanza de Jesús y su actitud realmente revolucionaria hacia las mujeres en comparación con las ideas prevalecientes en los círculos judíos contemporáneos… nos plantean un enfoque bien distinto del que prevalece en la mayoría de nuestras iglesias”.

Notemos la última frase donde hace referencia a la opinión y práctica “que prevalece en la mayoría de nuestras iglesias”. Y yo añado: y eso a pesar de que las cosas parece que no son como se pensaban.

REFLEXIÓN FINAL

Después de estas consideraciones sobre el pasaje tan discutido que dio título a este escrito, cabe hacerse algunas preguntas: ¿Cómo es posible que maestros reconocidos de las llamadas Asambleas de Hermanos que siempre tuvieron a gala el ser “muy bíblicos” por seguir “al pie de la letra” lo que dice el texto bíblico, hayan cambiado su postura, al respecto en una cuestión tan seria? (Y aquí no he mencionado al buen expositor bíblico, el hermano Samuel Pérez Millos, que ha seguido la misma trayectoria que los mencionados).

¿De verdad que podemos aplicarles esas frases “hechas” que yo mencionaba al principio? ¿Fue que lo hicieron por querer subirse al carro de “lo políticamente correcto”?; ¿Fue por “falta de respeto al texto bíblico”?; ¿Podemos decir nosotros que fue porque para ellos era un problema de “obediencia a la Palabra de Dios”? ¿O quizás fue por querer congraciarse con aquellas mujeres que están “reivindicando ciertos derechos feministas”?; ¿O tal vez se han vuelto al “liberalismo teológico”? (¿?)

Ese tipo de acusaciones me parecen serias y poco dignas de quienes deberían conocer el corazón de los que fueron, en otro tiempo sus propios maestros. Cuando uno tiene una postura determinada sobre un asunto importante y la defiende con sus más o menos acertados argumentos bíblicos y eso ¡durante la mayor parte de su vida!, y luego comienza a ver que quizás las cosas no son así, porque hay una nueva luz que antes no tenía.Sin embargo, se da cuenta que otros sí la tienen… Las cosas son así: cuando más seguro me siento de “mi ortodoxia” y “sana doctrina”, es posible que, por la misericordia de Dios descubra que haya aspectos de esa doctrina de los cuales no tenía ni idea, o si la tenía no los aceptaba, mientras que otros que no están en mi denominación ni en mi “movimiento” tienen la luz que a mí me falta.  Ninguno tenemos la verdad absoluta.

Entonces, ¿Qué le queda a ese buen maestro de la Palabra? Pues, seguramente puede que entre en una crisis; puede que sufra una angustia mental, porque se trata, no demenospreciar la Palabra de Dios sino precisamente porque se ama dicha Palabra, que se quiere dilucidar el asunto lo más claramente posible. Se piensa en las consecuencias que puede traer mi cambio de orientación, las críticas que seguramente me van a hacer y que voy  a recibir, la oposición que voy a encontrar y las puertas que se me van a cerrar. Entonces mi decisión no es tan “fresca” ni tan “ligera”. Pero las frases mencionadas anteriormente, sí son ligeras, “frescas” y sin fundamento.

Pero hay otra cosa igual o más importante que la mencionada. Se trata aquí de una doctrina con su práctica que por no ser correcta, ha causado mucho daño a las hermanas por siglos de historia del cristianismo. Y en tal caso cabe preguntarse: ¿No pesará eso en el corazón del que descubre que estaba equivocado? Solo se puede saber eso un poco, tratando de “meterse en su piel”; estar en su lugar. Porque si no me equivoco, el Señor nos llama al arrepentimiento cuando él nos da luz sobre algo en lo cual estamos errados y por lo cual estamos perjudicando a otros. Eso a veces cursa con una gran punzada en el corazón por el daño hecho y una disposición a cambiar y rectificar mi postura. Nada más y nada menos. Hay que ser muy valiente para eso y por mi parte, todo aquel que  haya pasado por ahí, tiene mi máximo respeto y reconocimiento. Además, hemos de estar agradecidos al Señor por el que así procede.

CONCLUSIÓN

En conclusión, ante el pasaje que hemos estado considerando unos y otros, solo quedan dos posturas: Una, la que enseña que las mujeres no pueden predicar ni enseñar en la iglesia, con todo cuanto eso supone de negativo; otra, la que dice que sí, que pueden hacerlo -y es la que yo sostengo- con todo lo positivo que trae esa visión (otra vez digo que eso nada tiene que ver con el gobierno de la iglesia; eso es otro tema del cual en su momento diremos algo). Por tanto, que cada uno siga su camino y como dice la Biblia: “A paz nos llamó Dios”.

Saludos

Ángel Bea

Acerca de José Daniel Espinosa Contreras

José Daniel Espinosa Contreras (B.Th., M.Th.) nació en Jaén (provincia andaluza), en 1993. Se graduó en Teología por la Facultad de Teología de las Asambleas de Dios de España en La Carlota (Córdoba). Máster Universitario en Teología por la Universidad de Murcia. Masterando en Teología Dogmática por el Centro de Investigaciones Bíblicas (CEIBI). Fue formado por la Universidad de la Laguna (Tenerife) en un curso de «Religiones en España». Sirve a Dios en el ministerio pastoral desde el año 2018, en un pequeño pueblo del sur de España, Torredelcampo. Es profesor de Historia del Nuevo Testamento en la Facultad de Teología A. D. (Córdoba) y de la Epístola a los Hebreos en la Escuela Evangélica de Teología (EET), y colabora como docente de la asignatura de «Fenomenología e Historia de las Religiones» en el CEIBI (Centro de Investigaciones Bíblicas). Autor de «¿A quién adoran los cristianos? Historia y teología de la Trinidad en el culto cristiano» (2017) y «Evangelización en un mundo posmoderno» (2021). Escribe como articulista en Protestante Digital y en otros medios digitales. Está felizmente casado con Natalia y es padre de dos hijos.
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6 respuestas a Serie: ¿Las mujeres callen en la iglesia? (Parte 3) – 1 Timoteo 2:11-15

  1. Felipe dijo:

    La Palabra de Dios, tan sencilla y tan compleja. No hay duda que Dios se esconde de los entendidos y de los sabios muchas veces y se revela a los humildes. Necesitamos verdadera humildad para reconocer que estábamos equivocados, aún a pesar de nuestras mejores intenciones. Felicidades hermano José Espinoza, el pueblo de Dios necesita de la luz de aquel a quien pretende adorar.

  2. Es un tema que me fascina ,por razones personales.Gracias,he Ganado en claridad.

  3. he estudiado un poco sobre la sexualidad y las mujeres bajo los gobiernos griegos y romanos y eso me ha ayudado a entender a Pablo.Nunca un predicador debe poner a los fieles en contrposicion innecesaria con su cultura y leyes locales,si no es un asunto medular de abediencia a Dios.

  4. Y que me dicen del uso del velo y taparse la cabeza??Espero un studio gracias.

  5. Palabra fiel dijo:

    Le falta a usted hacer una exegesis de la palabra silencio, que significa aprender en silencio y estar en silencio.

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